
En solo cinco días, las autoridades dominicanas han desatado una ofensiva implacable contra el narcotráfico, logrando la incautación de tres cargamentos de marihuana, una señal clara de que el país está en pie de lucha contra la amenaza verde que corroe a su juventud.
El primer golpe se dio el pasado viernes, cuando miembros de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) decomisaron cuatro pacas de marihuana escondidas en un vehículo en San Juan. Apenas 48 horas después, en otro operativo electrizante, confiscaron seis paquetes más en la provincia de Dajabón, fronteriza con Haití. Pero el golpe final de esta seguidilla se dio este martes, con otro importante alijo interceptado durante labores de patrullaje, también en la línea fronteriza.
Las drogas estaban camufladas en vehículos y equipajes, lo que revela el ingenio perverso de los traficantes, decididos a infiltrar la marihuana en comunidades vulnerables. Aunque los detalles de los responsables aún no han sido revelados, las autoridades confirmaron que hay varios detenidos y una investigación en curso para desmantelar a las redes completas.
Salvar vidas, no solo capturar cargamentos
Estos exitosos decomisos no solo representan toneladas de droga fuera de las calles. También simbolizan vidas jóvenes que se salvan del ciclo destructivo de las adicciones. En una región donde los carteles buscan a los más vulnerables —niños, adolescentes, desempleados— para convertirlos en consumidores o distribuidores, cada cargamento incautado es una barrera más entre la droga y la juventud dominicana.
Operativos como estos son vitales no solo para frenar el flujo de estupefacientes, sino también para mandar un mensaje claro: el Estado está presente y luchando. Si se mantiene esta línea de acción, se puede rescatar a miles de jóvenes de las garras de la adicción y devolverles la posibilidad de un futuro sin humo, sin miedo y con oportunidades reales. La batalla continúa, pero estas victorias ya están dejando huella.