En un episodio que podría figurar en los anales del narcotráfico, el pasado 6 de diciembre las autoridades de República Dominicana lograron lo impensado: decomisar nueve toneladas de cocaína con un valor aproximado de 250 millones de dólares. Esta operación, que marca un récord absoluto en el Caribe, ha traído más preguntas que respuestas, especialmente respecto a su origen y los responsables de un cargamento de tal magnitud.
El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo de León, no tardó en desmarcar a su país de cualquier relación con la droga. En declaraciones firmes, aseguró que «la contaminación de ese cargamento sucedió en República Dominicana», reafirmando que los contenedores no presentaron irregularidades mientras estuvieron en territorio guatemalteco.
El decomiso tuvo lugar en el puerto multimodal Caucedo, un nodo estratégico para el comercio marítimo en la región. Allí, los agentes encontraron dos contenedores repletos con 320 sacos de cocaína. Lo curioso es que estos contenedores habían recorrido un camino sinuoso: partieron de Veracruz, México, pasaron por Puerto Barrios en Guatemala, continuaron hacia Puerto Cortés en Honduras y finalmente llegaron a República Dominicana.
Las autoridades guatemaltecas, apoyadas en registros de escáneres, aseguran que los contenedores no mostraron signos de irregularidades durante su paso por el país. En un comunicado oficial, se aclaró que los mismos fueron considerados “no sospechosos”. Mientras tanto, Honduras también se apresuró a desentenderse del caso, asegurando que los contenedores nunca tocaron suelo hondureño, a pesar de haber estado en tránsito por Puerto Cortés.
Esta incautación, que supera con creces el récord anterior de 2,5 toneladas de cocaína confiscadas en 2006 en República Dominicana, desata una tormenta diplomática y mediática. Las rutas del narcotráfico parecen reinventarse constantemente, dejando a los países implicados en un juego de acusaciones cruzadas y desafíos legales.
Sin embargo, la pregunta persiste: ¿cómo es posible que nueve toneladas de cocaína hayan viajado miles de kilómetros sin levantar sospechas hasta llegar al Caribe? Mientras las investigaciones siguen su curso, el eco de este golpe al narcotráfico retumba en toda la región, dejando claro que, en esta guerra sin cuartel, cada victoria es apenas un respiro frente a la próxima batalla.