En el corazón de la Sierra Nevada de Santa Marta, una de las zonas más turísticas y biodiversas de Colombia, se encuentra un enemigo silencioso: Los Pachenca. Este grupo armado, surgido de las cenizas del paramilitarismo, ha logrado consolidar un imperio criminal basado en el narcotráfico y la extorsión. Lo que alguna vez fue una región paradisíaca para el ecoturismo se ha convertido en un campo de batalla donde las rutas de la cocaína son tan comunes como los senderos naturales.
Los Pachenca, también conocidos como Autodefensas Conquistadores de la Sierra, han heredado el legado violento de Hernán Giraldo Serna, alias “El Patrón”, un temido paramilitar que dominaba la región. Aunque Giraldo fue extraditado a Estados Unidos, su red criminal no desapareció; sus familiares y lugartenientes asumieron el control, liderados primero por alias «Chucho Mercancía» y luego por Deimer Patiño Giraldo, alias «80».
A pesar de los intentos del gobierno colombiano por frenar su expansión, Los Pachenca siguen operando con impunidad, controlando no solo las rutas de tráfico de drogas hacia el Caribe, sino también imponiendo su ley mediante el cobro de extorsiones a los habitantes y empresarios turísticos. En las zonas costeras y en las inmediaciones del Parque Nacional Tayrona, este grupo ha instaurado un régimen de miedo. Propietarios de tierras, empresarios y comerciantes son víctimas de amenazas constantes, obligados a pagar tributos o ver sus propiedades arrebatadas.
Lo más inquietante es que Los Pachenca no solo se han limitado a las actividades tradicionales del narcotráfico. Han extendido sus tentáculos hacia el turismo, manipulando la venta de tierras y extorsionando a los negocios que intentan florecer en medio de la belleza natural de la Sierra Nevada. El caso más sonado fue el asesinato del líder ambientalista Alejandro Llinás, quien denunció los peajes ilegales que el grupo había establecido para controlar el acceso de turistas a la zona.
A pesar de sus brutales métodos, Los Pachenca han mostrado interés en negociar con el gobierno colombiano bajo la política de “Paz Total” impulsada por el presidente Gustavo Petro. Sin embargo, estas conversaciones han avanzado poco, y mientras tanto, el grupo sigue siendo una amenaza latente, no solo para la seguridad de la región, sino también para la industria turística que lucha por prosperar bajo la sombra del narcotráfico.
La belleza de la Sierra Nevada está manchada por la violencia, y aunque los turistas aún visitan la zona, la presencia de este grupo criminal ha puesto en jaque a uno de los destinos más icónicos de Colombia.