
El senador estadounidense Marco Rubio vuelve al centro del tablero geopolítico. Esta vez, con una jugada doble: ofreció ayuda directa a Costa Rica para frenar el avance del narcotráfico, mientras encendía las alarmas contra el crecimiento de las tecnológicas chinas en la región, a las que acusa de poner en riesgo la seguridad nacional y la soberanía digital.
Durante su reciente visita a San José, Rubio no se anduvo con rodeos. Planteó un escenario crítico donde el narcotráfico ha mutado y utiliza a Costa Rica como un puente estratégico para mover cocaína hacia Estados Unidos y Europa. Ante esto, prometió cooperación militar, tecnológica y de inteligencia, bajo la consigna de que Washington no puede permitir que el crimen organizado siga ganando terreno en su “patio trasero”.
Pero la lucha contra las drogas no fue su único mensaje. Rubio también arremetió contra la presencia de empresas chinas como Huawei y ZTE, asegurando que su expansión en infraestructura digital representa una amenaza silenciosa. A su juicio, si Costa Rica abre la puerta a estas compañías, estaría comprometiendo su independencia tecnológica y facilitando la vigilancia extranjera.
Las declaraciones no tardaron en generar reacciones. Mientras algunos sectores políticos costarricenses ven con buenos ojos la ayuda norteamericana, otros advierten que Estados Unidos podría estar condicionando su apoyo con fines estratégicos más allá del narcotráfico. El propio presidente Rodrigo Chaves no respondió directamente sobre el tema de las tecnológicas chinas, lo que alimentó la tensión diplomática.
Lo que queda claro es que Rubio vino con la espada desenvainada: quiere cerrar el paso al narco, pero también marcar territorio frente a China. Y en medio de todo eso, Costa Rica —un país sin ejército pero con fuertes desafíos de seguridad— se encuentra en el centro de una disputa global que apenas comienza.