
El regreso de Alexander “Chande” Ardón a Honduras no fue como el de un ciudadano rehabilitado: fue recibido por las esposas de la justicia.
Honduras vivió este lunes un impactante episodio que revive los fantasmas del narcotráfico infiltrado en las altas esferas del poder. Alexander “Chande” Ardón, exalcalde del municipio de El Paraíso en Copán y testigo clave en los explosivos juicios contra el expresidente Juan Orlando Hernández, fue arrestado de inmediato tras pisar suelo hondureño, deportado desde Estados Unidos, donde cumplió una condena por narcotráfico.
Pero su llegada no fue el final de su historial criminal: fue detenido por la Policía Internacional (Interpol) y las autoridades nacionales en el aeropuerto Ramón Villeda Morales, acusado ahora de lavado de activos. Su pasado volvió a alcanzarlo, justo cuando parecía haber negociado con la justicia norteamericana un respiro tras colaborar en el juicio que hundió a los hermanos Hernández.
Chande Ardón no es un narco cualquiera. Su nombre se convirtió en dinamita judicial cuando testificó contra Tony Hernández —sentenciado a cadena perpetua— y contra el propio expresidente, Juan Orlando, condenado a 45 años de prisión. Su testimonio, lleno de detalles escabrosos sobre los vínculos entre el narcotráfico y la política, fue clave para desmantelar uno de los esquemas de corrupción más poderosos de Centroamérica.
Ahora, el Ministerio Público hondureño asegura tener nuevas pistas sobre los movimientos financieros del exalcalde, investigado formalmente desde 2024. Cuatro fiscales presenciaron su declaración en Nueva York y las revelaciones fueron tan demoledoras que Honduras no tuvo más opción que actuar. “Pagó en Estados Unidos, pero aquí también tiene cuentas pendientes”, sentenció Yuri Mora, portavoz del Ministerio Público.
La historia de Chande Ardón pone sobre la mesa una cruda realidad: el narcotráfico no es un capítulo cerrado, sino un cáncer que sigue mutando dentro del país. Y aunque colaboró con la justicia estadounidense, en Honduras el guion aún no ha terminado de escribirse. ¿Será este el inicio de una nueva ola de capturas? ¿Cuántos más cayeron en la red que tejió este exalcalde convertido en soplón?
La justicia hondureña tiene ahora en sus manos a una pieza clave. Y la sociedad, una vez más, se enfrenta al retrato de cómo el poder y el crimen bailaron durante años al mismo son.